jueves, 11 de noviembre de 2010

Habemus problema. ¿Daniela Pascual Calleja, o Daniela Calleja Pascual?

Aún no he nacido y mis padres ya me tienen con la mosca detrás de la oreja desde hace unos días. La semana pasada les oí hablar de cómo me iba a apellidar. El caso es que yo ya me lo había aprendido: primero el apellido de papá y después el de mamá. Pues bien, el otro día les escucho que si ahora se puede cambiar y poner por orden alfabético. ¡Hala, otra vez a estudiar!, ahora el alfabeto. Y, encima, qué alfabeto, el que ya no lleva Ch y ll, o el de toda la vida.

Aquí uno nunca sabe si estudiar merece la pena, porque entre unos cuantos 'sabelotodos' van y te lo cambian, y menos mal que a las tildes aún no había llegado. El otro día llega mi padre y le deja a mi madre una nota en el frigorífico que pone: "Me voy a 'catar'". Menos mal que mi madre aún se maneja por las antiguas normas lingüisticas y entendíó que se iba, como todos los martes, al curso de vino, porque si llega a basarse en las nuevas se le habría visto el 'morro' desde la conchinchina. "Vamos, que nosotras en la oficina de mamá trabajando y él se pira a Qatar (ahora Catar), el país africano ese donde los jeques tienen mucha pasta y en el que hace unos años debió jugar al fútbol el entrenador guaperas que ahora tiene el Barcelona. '¡Ay Oma que rico el Pep!'.

Bueno, a lo de los apellidos, que me pierdo. Mi madre que le pregunta a mi padre que qué le parece la nueva opción. Y mi padre, todo chulo, que dice que muy bien. Mi madre que menuda tontería, mi padre que no lo es y, por la noche, con sus amigos, otra vez el temita de marras. "A mi me parece fatal, si siempre ha sido así, porque lo tienen que cambiar", decian algunos. "¡Claro! y las mujeres antes tampoco tenían derecho a voto; y se ponían en otros bancos distintos en la Iglesia; y pedían permiso al marido para cualquier cosa; y eran mayores de edad más tarde, y....". ¡Ole, ahí le has dado papá!, pero me puedes decir de una vez cómo me voy a apellidar. "Cariño, yo creo que primero el mío y luego el tuyo. Total, para qué vamos a cambiar ahora y dar un disgusto a mi abuela", le respondió mi padre a mi madre.

¡Tendrá morro!

No hay comentarios:

Publicar un comentario