viernes, 11 de febrero de 2011

Me he hecho de rogar, pero estoy aquí viva y coleando

Muy buenas, me he hecho de rogar eh. Pues sí, pero es que, con todo el cariño os lo digo, desde que he nacido no me habéis dejado en paz, con perdón, ni para cagar… y nunca mejor dicho, porque aún no he hecho ni gesto de apretar y ya me han cambiado el pañal.
Después de esta presentación soez, poco digna de las familias de las que provengo (pero así son las nuevas generaciones) os diré que de momento no me puedo quejar.

Del parto ni me enteré, me quedé atascada ahí entre unos huesos estrechos a los que llaman pelvis y al final tuvieron que llamar al cuerpo de rescate para que me sacarán. Al principio me asusté porque empecé a oír mucho ruido y a ver una especie de taladros cortantes. Me recordaba a unos que vi en una peli hace un par de meses haciendo un butrón en un banco. De repente abrieron un boquete enorme en mi antigua casa y empecé a ver un montón de cabezas y manos y unos focos que no me dejaban ver bien. De refilón vi a mi madre dormida y, casi que mejor, porque la sangría que habían preparado allí era mejor no verla. En un pis pas, me limpiaron y vistieron y enseguida llegó mi padre (¡Qué cara de tonto tenía!). Nos hicimos unas fotos (me mola lo de posar, a ver si salgo modelo) y en cuanto salió mamá, a comer. La verdad es que había oído hablar mucho de lo rico que estaba la leche de teta, pero no os lo imagináis, creo que mejor que el caviar ese del que hablan mis abuelos.
Y desde entonces, pues poco a poco echándole morro a la vida. Cuando quiero comer, lloro, cuando quiero que me cambien el pañal (aunque ya os digo que no hace mucha falta), también lloro, cuando quiero que me cojan vuelvo a llorar y, entre medias, pues me meto unas buenas siestas. A mis padres la verdad es que les tengo dominaos y están todo el día a mis pies. Lo único que son un poquito pesaos y cada vez que me cogen venga a darme besos y a poner cara tontos: que si cari, que sí gordi…, gordi lo será tu…
Pero por lo demás y salvo cuando mi padre me pone dos vestidos, uno encima del otro o me echa el agua fría en la bañera, pues me tratan bien (bueno, y cuando a mi madre se la antojó ponerme los pendientes que me hizo pasar las de Caín, mirad el vídeo).


A vosotros, y aunque penséis que no, ya os he ido calando a todos cuando habéis venido a verme. Espero que sigáis con esas dos buenas costumbres, venir a casa y traerme regalitos. Así da gusto.

PD: os dejo una foto para que volváis a decir eso de que los bebés son feos. Tenía cuatro días



PD2: Felicidades a mi amiga Julia, que mañana la bautizan. Si me mandan una foto, a la próxima os la pongo. Por cierto, que también ha nacido ya Isrrael, 15 días nos llevamos y no digo más.

3 comentarios:

  1. José María Díaz11 de febrero de 2011, 5:32

    Jovar, no me explico cómo has podido hacer algo tan bonito... Será cosa de su madre.

    ResponderEliminar
  2. Venga Chema, dice mi padre que de ti también aprendió un poquito... gracias

    ResponderEliminar
  3. Aunque sí habré salido a mi madre

    ResponderEliminar