lunes, 3 de enero de 2011

Me mola la Navidad, aunque sin gritar ¡por favor!

Pues sí, aunque la matrona se empecine en que pronto sacaré la cabecita del vientre de mi mamá (por cierto creo que me he quedado sin cheque bebé), aquí sigo disfrutando del rico y sabroso liquido amniótico y de la musiquita de Mozar para bebes que mi madre me pone día y noche. (Que sí, que yo te lo agradezco, que me gusta, pero de ahí a que salga tocando el violín como has leído va un paso). Pero estas dos últimas semanas, sobre todo, me ha molado una cosa, conocer la Navidad.

Llevaba varias semanas en las que no oía a la gente hablar de otra cosa: "¿Dónde vais a pasar estos días? Nos vamos al pueblo con mis hermanos, nos juntamos 25... ¿y vosotros? No, nosotros seremos solo los tres, con mi hijo, cenaremos y jugaremos unas cartas, ya sabes..." Y así, muchos y muchos casos distintos. A la mayoría se les nota una cierta alegría cuando pronuncian la palabra mágica, pero otros yo creo que hasta odian estos días.

La verdad es que a mi la Navidad me ha gustado (y eso que me han dicho que todavía queda lo mejor, los Reyes Magos), aunque eso sí, si me llegan a avisar lo mismo me compro unos tapones para los oídos, porque había ratos en casa en los que los decibelios superaban con mucho, seguro,  lo permitido por la ley de ruidos. Que os voy a contar yo que no os imagineis de una reunión en la que se juntan para cenar más de 20 personas. Yo estaba asustada pero por lo que parece es habitual que haya cuatro o cincco conversaciones cruzadas y algunos personas que son capaces de participar en más de una a la vez. También debe ser normal que dos o tres mujeres diriman una dura batalla por manejar el sarao a su antojo y que los hombres, no sé por qué extraña costumbre, se sienten al fondo de la mesa, en un lugar del que les es casi imposible salir. Los niños, que ya me he fijado yo para el próximo año, debemos gatear por debajo de la mesa, y los abuelos, presidir la fiesta, comer, aguantar a los pesados de los hijos que les pregunten constantemente si quieren algo más y callar. Como para no, con el jaleo que hay montado necesitarían un megáfono para hacerse escuchar.

La conversación de moda, este año, la maxicosi (que en mi familia hay unos cuantos embarazos), el tan deseado cheque bebé, la Ley antitabaco y la manita del Barca, que cualquier momento es bueno para humillar al rival. De la crisis, la verdad, poquito y es que mentarla, teniendo en el plato unos langostinos más grandes que yo, suena cuanto menos chocante y, además, como dice mi padre, de política en familia lo justito, que luego la cosa se complica.

En fin, unos días especiales y un buen resumen de lo que es la Navidad, el que escuche en la radio unos días antes de Nochebuena. Fue en una entrevista a un tal Iñaki Gabilondo, que debe ser un buen periodista, porque mi padre siempre que le oye dice: "El puto amo" que, traducido a lenguaje de dibujos animados más propio de una bebé como yo, debe ser algo así como "El rey León de la prensa española". El caso es que tras ser preguntado por estas fechas dijo  que generalmente la gente las pasa en familia y que quien dice que la Navidad no le gusta, lo que en realidad está diciendo es que su familia no le gusta". La mía, de momento, sí, pero dejad de gritar, por Diós.

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